Para empezar a transitar una de las tematizaciones planteadas para el curso (estetización del mundo) se trabajó con dos lecturas: la época de la imagen del mundo de M. Heidegger y la ciudad posmoderna de G. Améndola. La época de la imagen del mundo (escrita por M. Heidegger en 1938) es una especie de interpretación de la situación del hombre occidental a partir de la modernidad, indagando sobre los fundamentos de la época moderna, tomando en cuenta que hasta ese momento no hubo fundamento de época. En su texto Heidegger señala que es la metafísica la que fundamenta una época cuando por medio de una interpretación de lo existente (de la cosa que me atrapa) y de una determinada concepción de verdad, le procura a esta el fundamento de la forma de su esencia. Surgieron ciertos fenómenos en esa época, fenómenos esenciales de la edad moderna: su ciencia, su técnica mecanicista, el proceso que introduce el arte en el horizonte estético, el fenómeno de la cultura ( y con ello las políticas culturales) y la desdivinización o pérdida de dioses. En el mundo actual, donde los dioses han huido, la esencia de lo que llamamos ciencia es la investigación, con un proceder anticipador y otros rasgos como son el proyecto, el rigor, la ley y el experimento, la institución, la empresa y el método. Así el objeto de estudio, a través de las explicaciones, puede producir una consistencia del campo de investigación constituyendo al hombre como sujeto de investigación y convirtiéndolo en el centro de referencia de lo ente como tal. Entonces ahí hay que ver que concepción de lo ente y qué de la verdad hacen posible que la ciencia se torne investigación. Es en la época moderna que se configura el mundo y una imagen del mundo. El mundo como lo ente en su totalidad e inagotabilidad y la imagen del mundo como posibilidad de representación del mundo. Así el mundo está dispuesto de tal forma que el hombre lo concibe a través de la imagen y la imagen a través de las representaciones. En esas condiciones el hombre se sitúa como lo objetivo, espacio de medida y cumplimiento para el dominio de lo ente en su posibilidad. En esa concepción de mundo, que aparece con el humanismo, el hombre es una cosa entre las cosas…un sujeto que se hace objeto y se autoinvestiga.
Ahora vamos al mundo Améndola: El mundo está organizado de tal manera que se convierte en ciudad. La nueva metáfora de mundo es ciudad. La ciudad se transforma profundamente y se predispone a ser mucho más que en el pasado (usando las megaformas para adquirir trascendencia en los colectivos imaginarios) convirtiéndose en una experiencia totalizadora para su gente. Aparece la ciudad como espacio experimentado, agrupando las más diversas formas de ser, de pensar, de habitar, de vivir, la ciudad palimpsesto (ejemplo Las Vegas) donde aparecen una cantidad de íconos, la ciudad heterotópica construyéndose sobre la ciudad vieja (a caballo de la ciudad vivida y la ciudad soñada). En esta nueva ciudad el habitante le pone su gusto a su casa, produciéndose un pasaje del valor de la función de la comodidad y de valor al valor estético. Se plantea como una ciudad que se piensa a sí misma no solo sobre los construido y su esquema organizativo sino también sobre su software, su cultura, su atmósfera, dándole importancia a la cuestión del deseo. Así lo deseante pasa de ser una sustancia que se mueve linealmente a ser algo que se produce en el movimiento (agenciamientos, acoples, pliegues) y que adquiere intensidad en los cruces. Hay un acople entre lo que esperamos y ese ambiente en donde circula lo deseante que se relaciona con las lógicas del capitalismo, del mercado, del consumo. Habitamos una ciudad donde se valora características como la juventud la esbeltez corporal y el gusto y por tanto, según la lógica de mercado, esa ciudad debe seducir, debe gustar. En este contexto aparecen operaciones como las operaciones nostalgia –la ciudad se museifica-, residencias exclusivas y escenarios hipostáticos para seducir… En ese operativo escenario contextualizado - que produce capacidad de evocación- habitamos los códigos del mercado. Y haciendo referencia a esos códigos, para las políticas de la imagen corporativa no hay nada mejor que un estilo que ponga en primer lugar la exigencia de comunicarse efizcamente con el público. Estamos insertos en un mundo de la imagen atravesado por una cultura de masas, en donde juega el repertorio del pasado, de lo lejano, de lo imaginario, de lo trivial. La imagen estaría en la cosmovisión que uno tiene de la cosas, en como vamos armando paisajes, a partir de nuestros arreglos personales. Uno de los nudos problemáticos que emerge en el intercambio de reflexiones de docentes-estudiantes, en torno a la estetización de la experiencia urbana, es como los problemas sociales de la ciudad son entendidos como problemas estéticos, y no son pensados a otros niveles (lo político, lo social, lo económico). Para seguir pensando.....
Bibliografía sugerida:
Améndola, Giandoménico, La ciudad postmoderna, Celeste Ediciones, Madrid, 2000.
Bajtín, M. M., El problema de los géneros discursivos, en Estética de la creación verbal, Ed. Siglo XXI, Madrid, 1999.
Calvera, Ana, de lo bello de las cosas, Materiales para una estética del diseño, GG Diseño, Barcelona, 2007.
Deleuze, G. – Guattari, F. ; El antiedipo: capitalismo y esquizofrenia, Bs. Aires, Paidós, 1985.
Heidegger, Martín, la época de la imagen del mundo, conferencia de
1938, en http://www.heideggeriana.com.ar/
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